Y LLEGAMOS A GÉNOVA

1 06 2013

 

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Fachada del Palazzo San Giorgio.

París, 12 de mayo de 2013.

Querida Ofelia:

Al bajar del Costa Serena en el puerto de Savona, nos esperaba el autobús con el que  recorrimos la autopista durante una hora a lo largo de la costa de la Orilla de Poniente, entre paisajes marinas y vegetación mediterránea, hasta llegar a Génova, capital de Liguria, antigua República Marinera y que fuera Capital Europea de la Cultura en el 2004. La entrada a la ciudad entre grandes inmuebles, es muy similar a la de la española Bilbao.

Costeando el puerto, se puede admirar La Linterna, desde siempre punto de referencia para los marineros. Proseguimos en el autobús al descubrimiento de los lugares más interesantes de la ciudad, hasta llegar a Castelleto, uno de los barrios más antiguos y señoriales de la gran ciudad, que surge sobre las alturas que sobrepasan el centro histórico. Desde allí se domina toda la ciudad. Utilizamos uno de los ascensores históricos de la ciudad del siglo XIX, para bajar al centro histórico.

La calle que Rubens definió como «la calle más bonita de Europa»: Via Garibaldi, más conocida como «Strada Nuova», es una arteria peatonal que recorre algunos de los edificios más fastuosos de la ciudad. Se trata de 42 palacetes  construidos en el siglo XVI como residencia de las familias nobiliarias más importantes. Fueron  llevadas de nuevo a su esplendor original con ocasión de «Génova 2004».

Visitamos el espléndido Palacio Rojo, en cuyo jardín nos ofrecieron una merienda. En el segundo piso se pueden admirar bellas salas con techos cubiertos por frescos además de numerosos cuadros de grandes pintores, entre los que se encuentran obras de: Van Dyck, Guercino y Veronese.

En el Palazzo Bianco hay una rica colección de pintores flamencos. Sus jardines lo unen al Palazzo Tursi donde se puede admirar el violín del gran Paganini, al cual llaman El Cañón, debido a su potente sonido. También allí se encuentra el célebre cuadro de Canova La Maddalena Penitente.

Después de las alturas y las calles señoriales,  pasamos a la parte de la ciudad que históricamente la liga al mar: Porta Soprano, la Casa de Colón, el  Palacio Ducal  y la elegante Via San Lorenzo. Por esta última se llega a la Catedral románico-gótica que acoge el Museo del Tesoro, donde se encuentran valiosos objetos sagrados y entre ellos el Sacro Catino o Santo Grial. Pero a mí esto me plantea un problema, pues también vi al Santo Grial en la Catedral de Valencia. ¿Hay dos?

Si se habla de Génova, viene a la mente Cristóbal Colón. Aunque aún hoy se debate sobre el tema, los genoveses están seguros de que el Gran Almirante nació en esta ciudad. En Piazza Dante, más allá de la Porta Soprano, surge la reconstrucción de la casa original donde vivió Colón, reconstruida a finales del siglo XVII, después de que fuera destruida por el bombardeo de la ciudad de la artillería del célebre Rey Sol en 1648.

Nosotros los cubanos le pusimos Colón al  cementerio monumental de San Cristóbal de La Habana, a un barrio de dudosa reputación de la capital cubana y a un pueblo de campo.

Más allá de Via San Luca y Piazza Fossatello se encuentra la famosa calle cantada por Fabrizio De Andrè. Las fachadas de las casas del largo callejón han recobrado su antiguo esplendor. En Piazza Vacchero, a mitad de la calle, fue colocada una columna infame, para recordar el sitio donde decapitaron a Giulio Cesare Vacchero, acusado de conspiración contra la República de Génova.

 En el Puerto Antiguo se encuentra anclado El Galeón de los Piratas que sirvió para filmar la conocida película dirigida por Roman Polanski.

Cuando terminó el recorrido con la excelente guía Marina Firpo, durante el tiempo libre, pudimos pasear por  los antiguos soportales de Sotto Ripa. En la Piazza Caricamento hay un grandioso fresco de San Jorge matando al dragón pintado en la fachada del Palazzo San Giorgio. Es un ejemplo de arquitectura civil medieval. El palacio fue el primer banco de Europa. Hay que recordar que fueron los genoveses los que inventaron el sistema bancario.

A lo largo del muelle del puerto turístico, decenas de inmigrantes subsaharianos vendían todo tipo de productos falsos de grandes marcas, sobre todo: bolsos, monederos, billeteras, gafas, perfumes, gorras, etc. En una cafetería, mi esposa pidió en italiano una botellita de agua, por la cual pagó un euro y medio. Casi inmediatamente un americano pidió una idéntica y el empleado le cobró dos euros. ¡Vivir para ver!

Frente a la bella catedral había unos carteles que anunciaban La Fiesta de la Cerveza, al centro de ellos aparecía Karl Marx con una gran jarra de cerveza en mano. Alguien dijo que “hasta después de muertos somos útiles” y, me parece que es cierto.

Regresamos al Costa Serena. Después de una excelente cena, disfrutamos de un bello espectáculo en el impresionante Teatro Giove del barco. A la hora el crepúsculo el barco zarpó por el Mar Tirreno rumbo a Palermo. A  las 11 de la noche desde el balcón del camarote pudimos admirar las luces de la Isla de Elba.

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.


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