El día que Inglaterra atacó al Paraguay

1 12 2012
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Cuadro  de Francisco Solano López en la Galería de los Patriotas Latinoamericanos, de La Casa Rosada – Buenos Aires
Foto: Wally

Francisco Solano López

Por Luis Agüero Wagner

http://www.diariosigloxxi.com/firmas/luisaguerowagner

El 29 de noviembre de 1859, fecha olvidada por la historiografía colonial, un vapor paraguayo fue agredido por una poderosa flota inglesa en el Rio de la Plata

Escribió Eduardo Galeano que el colonialismo visible te mutila sin disimulo, te prohíbe decir, hacer, te prohíbe ser. En cambio existe un colonialismo invisible, es el que te convence de que la servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza.

Un ejemplo de que el segundo de los mencionados predominó mucho tiempo en las mentalidades de Argentina, es un episodio que se conmemora por estas fechas, acaecido a fines del año 1859. El 11 de noviembre de ese año se había firmado el acuerdo conocido como el Pacto de San José de Flores, que ponía término a una de las tantas guerras civiles argentinas, y que establecía que Buenos Aires se declaraba integrante de la Confederación de ese pais. Había sido garante la República del Paraguay, que había estado representada por su futuro presidente, Francisco Solano López.

Las crónicas señalan que terminada tan felizmente su misión diplomática, resolvió Solano López, regresar a su país. El día de su partida -29 de noviembre de 1859- el pueblo de Buenos Aires le preparó una grandiosa despedida. Desde su alojamiento hasta el puerto, las calles fueron adornadas con arcos triunfales, siendo profusamente embanderada la ciudad.

Cuando apareció el ministro paraguayo, se organizó una inmensa columna, que le acompañó entusiasmada, marchando a los sones de la admirable diana militar que Dalmiro Costa acababa de dedicarle. El mismo Bartolomé Mitre le dedicó un album, en medio de la aclamación popular.

Relatan testimonios que “Al subir a bordo del Tacuarí, el pueblo estalló en un viva clamoroso al Paraguay y al general Francisco Solano López, mientras la banda de músicos ejecutaba el himno nacional paraguayo y la plaza atronaba con una imponente salva de artillería”.

“Bajo tan gratas impresiones, la gallarda nave paraguaya levó anclas, contestando con otra salva de artillería, mientras en lo más alto de su mástil la bandera tricolor, acariciada por las brisas del Plata, parecía también agitarse en un gesto de cariñosa despedida”.

En lo que pretendía ser una represalia por la detención de un ciudadano uruguayo de padres ingleses, dos buques de guerras británicos, el “Buzzard” y el “Grapples”, abrieron fuego contra el vapor paraguayo donde iba López en la misma rada del puerto de Buenos Aires, por orden del almirante Lushington.

“El general López ordenó entonces –dice un testigo- que la tripulación y la artillería del Tacuarí se aprestaran para responder y resistir a la agresión. Los artilleros corrieron a sus puestos, cargaron los cañones y prepararon las mechas. La tripulación y todo el personal de la Legación se aprestaron al combate”.

Sin embargo, el buque estaba tripulado por maquinistas e ingenieros ingleses, contratados por el estado paraguayo. El capitán Morice, inglés, “se le acercó a manifestarle la gravedad de la situación en que personalmente se encontraba, en su calidad de súbdito inglés y comandante de un buque extranjero que se preparaba a hacer fuego, sobre naves que llevaban la bandera de su nación…. Recordándole que tenía familia e hijos en Londres y cuál era el delito en que incurriría y la pena a que se haría acreedor”.

“Ante esta actitud del capitán Morice, al que acompañaban todos sus compatriotas, hubo que retroceder, regresando al Puerto de Buenos Aires, donde un público asombrado presenciaba los incidentes de aquel atropello a la soberanía argentina, vale decir, a los principios más sagrados del derecho de gentes”.

López denunció todo lo sucedido al Gobierno de Buenos Aires, dirigiéndose después por tierra hasta Paraná, donde tomó el Jejuí, buque de la armada paraguaya, prosiguiendo sin molestias su viaje hasta Asunción. Previamente, protestó el 30 de noviembre de 1859, y exigió a los argentinos a responder si se responsabilizaban de la “inviolabilidad de su rada”. Las autoridades argentinas vacilaron, y el diplomático Carlos Tejedor contestó displicentemente que los argentinos “no conocían el estado de las relaciones entre el Paraguay y el reino de Inglaterra”.

Antes de volver al Paraguay por tierra, Solano López presentó el 11 de diciembre una enérgica y profética protesta diciendo entre otras verdades que “Hollando los derechos internacional y marítimo, marinos ingleses impiden el paso y con sus cañones resuelven en aguas argentinas que la soberanía de esta república (Argentina) se resolverá el día que los marinos ingleses tengan la bondad de dispensarla”.

Faltaban más de 120 años para que Argentina se envuelva, imbuida de la fanfarria nacionalista de una dictadura oprobiosa, en una guerra con Inglaterra por la posesión de las islas Malvinas.

Valga recordar en su efeméride este episodio poco mencionado y casi desconocido, sobre todo en Paraguay. Es que como dijera Eduardo Galeano, el olvido siempre está lleno de memoria.


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