Y por fin, ¿a quién debe Cuba su independencia? Aporte a la cuestión de un historiador español

16 06 2024

Por Carlos Manuel Estefanía

Mucho se ha debatido sobre a quién debe Cuba su independencia de España, si a la acción de los independentistas locales o a la intervención de Estados Unidos en la contienda entre separatistas e integristas. Dentro del debate, un clásico es el libro de Emilio Roig de Leuchsenring: «Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos», trabajo aprobado por el Noveno Congreso Nacional de Historia, publicado en La Habana en 1950 por la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales[i]. La obra ofrece una perspectiva distinta a la que parece haber predominado en su tiempo. Roig argumenta que el resultado de aquella sangrienta guerra no se basó simplemente en la intervención estadounidense de 1898, sino que dependió principalmente de los esfuerzos y sacrificios hecho durante décadas de lo que él considera el pueblo. Vale la pena aclarar que no existen evidencias que un sector mayoritario de la población se identificara con en lado insurrecto en la guerra contra la administración española de la isla.

De todos modos, hay que reconocer que Roig nos ofrece datos interesantes y creíbles al analizar en detalle las diversas etapas de la lucha por la separación entre Cuba y España, desde los primeros levantamientos contra el dominio español hasta la guerra final. Destaca el papel crucial de figuras como José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, pero también enfatiza la participación de miles de cubanos comunes que lucharon y murieron por la causa de la independencia. El autor critica la narrativa que minimiza el papel de los cubanos en su propia «liberación» y resalta la importancia de reconocer su heroísmo y determinación. Asimismo, critica la intervención estadounidense en la guerra, argumentando que esta respondió a los intereses geopolíticos norteamericanos y no a un genuino deseo de ayudar a Cuba.

Es probable que Roig tenga razón en mucho de lo que escribe en este clásico de la historiografía cubana. Sin embargo, adolece de un mal común entre los historiadores cubanos, independientemente de su perspectiva ideológica: el desconocimiento del factor «español» en la conclusión de la historia común entre Cuba y España, un factor que va más allá de la participación de numerosos hispano-europeos del lado secesionista. Tampoco se explica del todo con las teorías esbozadas por el filósofo español Gustavo Bueno sobre la contribución de España al nacimiento de los estados americanos de habla castellana[ii]. Según esta suerte de teleología, la independencia de las colonias no fue un simple proceso de ruptura, sino que era el resultado inevitable de la propia cultura e instituciones españolas.

De acuerdo con Bueno, España no solo transmitió a sus colonias una lengua y una religión, sino también una serie de ideas políticas y sociales que, con el tiempo, se transformarían inevitablemente en los cimientos de las nuevas repúblicas. Entre estas ideas, Bueno destaca:

  1. El concepto de nación: Aunque la idea de nación moderna no existía en el siglo XVI, España transmitió a sus colonias la idea de una comunidad política unificada bajo la corona española. Esta idea de unidad territorial y cultural habría sido un elemento clave en el desarrollo de las identidades nacionales hispanoamericanas.
  2. El sistema legal: España impuso en sus colonias un sistema legal basado en el derecho romano, que enfatizaba la importancia de la ley y la justicia. Este sistema habría proporcionado un marco institucional para las nuevas repúblicas y contribuido, según Bueno, al desarrollo de una cultura jurídica en la región.
  3. La tradición del autogobierno: A pesar del control centralizado de la corona española, las colonias tenían cierto grado de autonomía para administrar sus propios asuntos, sobre todo en la etapa de previa a la imposición del despotismo borbónico. Esta tradición de autogobierno sería un factor importante en el desarrollo de las instituciones democráticas en las repúblicas hispanoamericanas.

Aunque no se puede negar completamente lo anterior, no deja de ser una propuesta un tanto oportunista, encaminada a ganar el favor para la escuela de Gustavo Bueno de los actuales estados nacionales de habla hispana, y sobre todo de sus historiadores oficiales. En tal sentido, es debatible como nacida para conseguir un objetivo práctico más que para entender el pasado en toda su complejidad. Se puede argumentar que su análisis no toma en cuenta suficientemente la diversidad de las experiencias de las Españas americanas. Su punto más débil es considerar inevitable un proceso cuyo resultado final podría haber sido diferente sin la mediación de la violencia y, sobre todo, la contribución económica y militar, directa o indirecta a estas independencias por parte de los rivales del imperio.

En lo que se refiere al caso concreto de Cuba, a simple vista, se puede fundamentar la tesis de que la derrota de España en la Guerra Cubano-Hispano-Estadounidense de 1898 y la consecuente pérdida de Cuba como provincia española no solo fue resultado de la acción del ejército mambí, o de la intervención militar estadounidense, sino que también consecuencia de problemas internos profundos dentro de España. La incapacidad española para manejar estos problemas contribuyó significativamente al desenlace del conflicto. Exploremos cómo los factores internos fueron cruciales en la derrota y la pérdida de Cuba; entre los más o menos reconocidos, tenemos los siguientes:

  1. Debilidad Militar: La armada española, a pesar de su glorioso pasado, estaba tecnológicamente obsoleta y mal equipada frente a la pujante marina estadounidense. La falta de modernización y recursos fue evidente en batallas clave, como la de Santiago de Cuba, donde la flota española fue rápidamente destruida.
  2. Desgaste Social y Político: España sufría una profunda inestabilidad política y social. La corrupción, la ineficiencia gubernamental y los constantes cambios de gobierno debilitaban la capacidad del país para enfrentar la guerra de manera efectiva. Además, los movimientos separatistas y el descontento general erosionaron la cohesión nacional.
  3. Errores Estratégicos: La decisión de enviar la flota del Atlántico a Cuba, donde fue destruida, fue un error crucial. La subestimación del poderío estadounidense y la falta de una estrategia clara para defender las colonias contribuyeron a la derrota.
  4. Desconexión con la realidad en Cuba: Las autoridades españolas no comprendían ni supieron neutralizar, canalizar o resolver los problemas que despertaban las ansias de independencia de una parte de la población cubana.
  5. La ambigüedad de las respuestas al movimiento independentista tanto político como armado, donde se mezclaba indistintamente el permisivismo y la tolerancia con la represión. Como ejemplo de extremismo inconveniente tenemos la Reconcentración del general Valeriano Weyler, solo sirvió para alienar a más isleños del poder y convertirlos en base de apoyo a los insurgentes, facilitando la propaganda en favor de la intervención estadounidense, haciendo quedar a las autoridades y no al sabotaje de los independentistas como únicas responsables de las hambrunas que sufra la población.
  6. Falta de Apoyo Internacional: España se encontraba prácticamente aislada en el escenario internacional, sin alianzas significativas que pudieran contrarrestar el poderío estadounidense. La diplomacia española falló en buscar apoyo para su causa allí donde podría haberlo encontrado que no era en Europa, sino en una Hispanoamérica, que comenzaba a estar de vuelta de la anglofilia y cuyas repúblicas para 1895, no se identificaban con la causa de los independentistas cubanos, a quienes percibían más que nadas como agentes norteamericanos.
  7. La posición de la casta política española, la cual ordena la capitulación de la isla antes de que, a diferencia de Puerto Rico, las fuerzas leales fueran derrotada irreversiblemente, por la acción mancomunada de los invasores norteamericanos y los aliados internos, los independentistas. El pretexto de esta entrega anticipada ha sido que se hizo para evitar una intervención norteamericana en la Península.

Con relación al último punto podríamos agregar que, según los registros históricos, cuando España finalmente firmó la rendición de Cuba en 1898, tras la intervención militar estadounidense, las fuerzas de Estados Unidos no habían conseguido el control de la totalidad de la isla. Ciertamente, la ciudad y la bahía de Santiago de Cuba, en el sureste de la isla, habían sido capturadas por tropas estadounidenses y sus aliados internos después de intensos combates y la tenaz resistencia de los patriotas hispano-cubanos que defendían la zona. Asimismo, las tropas cubanas independentistas, lideradas por Máximo Gómez y Calixto García (quien morirá, dicen que, de neumonía en Washington, D.C., el 11 de diciembre de 1898, solo un día después del final de la Guerra Hispanoamericana), mantenían el control de algunos territorios rurales y poblaciones, aunque su situación era precaria. Sin embargo, otras áreas del país, especialmente en el centro y occidente de Cuba, permanecían aún bajo el control de las fuerzas españolas y las milicias nativas que las apoyaban cuando se firmó la rendición.

Para entender las causas más profundas de estos hechos, nada mejor que apoyarnos en los trabajos de Cesáreo Jarabo Jordán[iii], un historiador español independiente que ofrece una visión alternativa del llamado en España; «Desastre del 98». A diferencia de la narrativa académica predominante en la península, Jarabo Jordán analiza con profundidad los eventos internos y los diversos actores que condujeron a este crucial momento de la historia española.

Jarabo Jordán, a quien ha sido entrevistado en nuestro programa La Tertulia de Estocolmo[iv], es nacido en Cuenca en 1953, es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Barcelona. Jordán ha escrito varios libros sobre la historia de España, con un énfasis especial en la Guerra de Cuba y el Desastre del 98. Algunas de sus obras más destacadas son «1898. Un hito en la Gran Traición», «El fin del Imperio de España en América» y «El aprendiz de Quijote». Además de sus libros, ha contribuido con numerosos artículos en revistas especializadas y ha sido un activo participante en conferencias y seminarios.

A lo largo de su carrera, Cesáreo Jarabo Jordán ha recibido numerosos premios y reconocimientos, como el Premio Internacional de Historia Alfonso X El Sabio, el Premio Desperta Ferro de Historia Militar, el Premio Gitanillo de Historia y la finalización del Premio Espasa de Ensayo. Estos galardones son testimonio de su dedicación y excelencia en el campo de la historia.

Si bien sus trabajos han sido atacados por algunos historiadores establecidos, los libros de Cesáreo Jarabo Jordán se caracterizan por su rigor, la riqueza de datos y una escritura amena. Su enfoque multidisciplinar y el exhaustivo uso de fuentes documentales le han ganado el respeto del lector curioso y crítico con las historias oficiales.

Como decíamos arriba entre los principales temas de investigación de Jarabo Jordán se incluyen la Guerra de Cuba y el Desastre del 98, la historia de España en el siglo XIX, las relaciones entre España y América Latina y el regeneracionismo español. Su trabajo en estos campos ha arrojado nueva luz sobre aspectos cruciales de la historia española y ha proporcionado herramientas valiosas para entender mejor las dinámicas históricas entre España y América Latina.

Tanto en su libro «1898. Un hito en la Gran Traición»[v], como en los videos que bajo el mismo título se han publicado en YouTube[vi], Jarabo Jordán propone que la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas no fue solo una derrota militar, sino la culminación de una serie de traiciones por parte de la élite gobernante española. Jarabo critica el caciquismo y la corrupción imperante en su país por aquel entonces. Lo hace denunciando una red de políticos españoles corruptos que anteponían sus intereses personales al bien de su nación. Según el autor, esta clase dirigente fue la responsable del debilitamiento militar y económico de España, haciéndola vulnerable ante la amenaza estadounidense.

El autor parte del criterio de que España, para los tiempos en que comenzaron los gritos separatistas en Cuba, era en cierto sentido un protectorado británico[vii]. Este punto tiene sus raíces en la llamada «guerra de independencia» española contra Napoleón, que él prefiere definir como una guerra anglo-francesa por la conquista de España. Lo que no nos cuenta Jarabo, y esto también es pertinente recordar, es que el imperio español llevaba casi un siglo funcionando bajo la hegemonía de Francia a través de lo que fue conocido como el pacto de familia borbónico, lo que acarreó diversos problemas para las Españas americanas. Este aspecto, aunque crucial para comprender el independentismo americano, no es abordado en el libro. En su defecto, el autor destaca temas poco tratados y necesarios de dar a conocer, especialmente entre los historiadores españoles, como el papel jugado por la masonería, incluida la española, en la facilitación de las acciones tanto anexionistas con respecto a Estados Unidos como independentistas de Cuba.

Jarabo Jordán critica cómo desde instancias del propio estado español se boicoteó el uso por parte de la marina de guerra de España del submarino, inventado, creado y probado con toda efectividad por el ingeniero Isaac Peral a fines del siglo XIX. Además, señala a figuras destacadas de la prensa y la política española, como Pi y Margall, artífice de la primera República, abogaron por la concesión de la independencia a los cubanos, mientras que los propios periódicos españoles atacaban al alto mando del ejército español en Cuba, ganado con ello el aplauso de los independentistas.

 También indica el desinterés en la modernización de la armada española, tanto como el encargo de la construcción de sus nuevas embarcaciones en Estados Unidos, país que ya se percibía como futuro enemigo. Jarabo destaca la subvaloración repetida por parte de los distintos gobernadores de la isla sobre la gravedad de los levantamientos separatistas, así como la falta de firmeza por parte de muchos de ellos a la hora de combatirlos. Además, menciona el desabastecimiento y la escasez de alimentos y armamento que sufrieron los jóvenes reclutados en la península para combatir a los separatistas.

Todos estos puntos se detallan en un libro, que convencería incluso al más escéptico de que si Cuba terminó separándose de España, fue debido no solo a la acción de los independentistas o la intervención estadounidense, sino principalmente por las acciones emprendidas desde España para “enfrentar” ese destino, todas ellas mal encaminadas, a menudo con pleno conocimiento de sus consecuencias. Es lo que Jarabo denomina «la gran traición», un acto del que no conviene hablar en España, mientras esté gobernada por muchos de los herederos de aquel acto, pero tampoco en Cuba o Estados Unidos, para no restarle mérito a quienes lucharon de ese bando.

En conclusión, Cesáreo Jarabo Jordán es un historiador independiente que ha desafiado las narrativas establecidas sobre el Desastre del 98. A través de sus libros, ha proporcionado una visión crítica y profunda de nuestra historia común, entre ellos de los eventos que llevaron a la pérdida de las últimas colonias españolas en América. Su enfoque multidisciplinario y el uso exhaustivo de fuentes documentales han contribuido significativamente a una mejor comprensión de estos momentos cruciales de la historia cubana y española. A pesar de la crítica que pueda recibir de los historiadores establecidos, Jarabo Jordán continúa siendo una figura destacada en el campo de la investigación y divulgación histórica, a quien el verdadero amante de la historia debería leer, un autor que, siendo español, más que criticar al independentismo cubano, filipino o puertorriqueño (aunque también lo hace), expone con sobra de evidencia todo lo que en su favor se hizo del lado español, algo que la historiografía cubana, lo mismo comunista que exiliada suele desconocer y que no deja de ser una parte real del pasado.

Referencias


[i]https://miami.primo.exlibrisgroup.com/permalink/01UOML_INST/sd0f93/alma991011723909702976

[ii] Bueno, G. (1997). España frente a América: luces y sombras. Madrid: Taurus.  Bueno, G. (2000). La formación de las naciones hispanoamericanas. Madrid: Taurus.  Bueno, G. (2004). El mito de la conquista. Madrid: Taurus.

[iii] Cesáreo Jarabo (cesareojarabo.es)

[iv] https://youtu.be/_a_wOrEGYyU?si=0umMrSChNrNXmLOq

[v] 1898. Un hito en la gran traición – SND EDITORES

[vi][vi] 1898. Un hito en la Gran Traición. Con Cesáreo Jarabo Jordán (youtube.com) y Verizon (youtube.com)

[vii] https://www.youtube.com/live/9VWbwGHkiUY?si=dmEyIXvhKeHCl8Rl


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